Lamentablemente, desde hace ya unos años, resulta cotidiano el robo de cable de cobre en muchos lugares. Empresas, polígonos industriales, explotaciones agrícolas, almacenes o instalaciones de los centros de explotación y conservación de carreteras son víctimas habituales de estos hurtos de material eléctrico para ser vendido posteriormente en el mercado negro. La situación económica ha agravado esta situación y los amigos de lo ajeno van diversificando el tipo de material robado.
Como ha denunciado recientemente la Asociación Española de Fabricantes de Sistemas Metálicos de Protección Vial (SIMEPROVI) está aumentando el robo de barreras guardarraíles. Obviamente la sustracción de este tipo de material, además del coste económico que conlleva su reemplazo, supone un grave deterioro para la seguridad vial en aquellos tramos que quedan desprotegidos. Según la asociación, estas barreras poseen unos códigos de trazabilidad que hacen imposible su posterior venta para ser instaladas en otros lugares, así que se desconoce la utilidad final que se da a estos guardarraíles.
Tampoco las señales de tráfico quedan al margen de estos robos. La Policía y la Guardia Civil han efectuado varias intervenciones en las que han recuperado señales verticales y hasta paneles informativos sustraídos de autovías.
El cableado de fibra óptica que está desplegado a lo largo de varias de las autovías y autopistas y que sirve para la comunicación de los centros de explotación y conservación de carreteras y de algunos sistemas ITS como paneles de mensajería variable o videocámaras, es otro de los elementos que los ladrones tienen entre sus preferencias.
Si grave es el coste económico que todos estos robos suponen, mucho más lo es el peligro que para los usuarios de la vía tiene circular sin los elementos de señalización y protección necesarios.