Desde que las vías de comunicación terrestres comenzaron su evolución, siempre ha existido la necesidad de unir puntos separados por un cauce de agua, como un río o incluso un mar, este último caso lo podemos encontrar en el Canal de La Mancha.
La construcción de un túnel que atraviese una masa de agua puede realizarse principalmente de dos maneras: o perforando el túnel bajo el lecho que soporta la masa de agua, o bien fabricando el túnel por secciones en el exterior, y hundiéndolo posteriormente, conectando las secciones de modo que quede todo como una única estructura.
A través del blog de Enrique Montalar hemos encontrado unas curiosas imágenes de este último caso, que corresponden a la construcción del Michigan Central Railway Tunnel, en el año 1910. Este túnel une las ciudades de Detroit y Windsor bajo las aguas del río Michcigan, y en la actualidad sigue en servicio, permitiendo el paso del ferrocarril entre ambas ciudades.
Este tipo de túneles, no obstante, conllevan una importante inversión económica para su construcción, y por sus especiales características deben contar con un mantenimiento exhaustivo, capaz de prevenir tanto las afecciones típicas de los túneles, como los numerosos problemas derivados de estar situados bajo una masa de agua (filtraciones, humedades, presiones producidas por corrientes, etcétera).
Como hemos dicho, el túnel se divide en varias secciones que son construidas en tierra, y una vez terminadas, son selladas y llevadas mediante barcos al lugar donde deben situarse. Una vez que están en el sitio correcto, las secciones son hundidas, conectando cada una de ellas con la anterior, una vez que se han posicionado sobre el lecho. Posteriormente, se retiran los sellos que garantizan la estanqueidad de las secciones. Esta operación se repite una a una con cada una de las secciones del túnel. Os dejamos un vídeo que recoge más detalladamente el proceso de construcción de estos túneles.