Conceptos como aprovechamiento (muy utilizados a cuenta del uso de infraestructuras como vía para la circulación, pero también como fuente generadora de energía), puede tener su máximo significado si se consigue algo en lo que ya hace tiempo se viene trabajando: árboles y vegetales luminosos, que puedan sustituir a las farolas tradicionales.
De esta forma, la integración de la naturaleza en las ciudades daría un paso más, y los árboles entrarían a formar parte del ecosistema urbano habitual, donde además de aportar sus ventajas conocidas, y ser un elemento estético, ofrecerían la iluminación necesaria a los vehículos en condiciones de oscuridad.
En esta línea, se están produciendo avances muy significativos:
- Hace unas fechas, ya mostramos en Tecnocarreteras cómo científicos de la Universidad Cheng Kung (en Taiwán), que están experimentando con unos resultados muy alentadores, la implantación dentro de las hojas de una planta, de brillantes nanopartículas de oro, denominados diodos emisores de bio luz o LEDs biológicos. Este sistema luminoso tendría importantes ventajas asociadas, como un ahorro de energía y reducción de los niveles de CO2, absorbidos por los diodos (la luminiscencia del bio-led hace que el cloroplasto de la planta realice la fotosíntesis ininterrumpidamente).
- Leemos también en El País, el proyecto de Antony Evans, con su empresa Glowing Plants, para contar con plantas luminosas, gracias a que han conseguido diseñar las secuencias de ADN necesarias en un ordenador con un software especial, que posteriormente es impreso e inyectado para contar con estas plantas «alteradas genéticamente«. Como indica su desarrollador, “estamos entrando en una era en la que diseñar un organismo biológico será tan fácil como diseñar una aplicación móvil”. En el siguiente vídeo se explica el funcionamiento de este proyecto: