La iluminación de las ciudades y carreteras siempre ha sido un tema conflictivo, por el coste asociado y su, en ocasiones, baja eficacia: muchos momentos del día con zonas iluminadas sin que pasaran coches o peatones, y por contra, vehículos que circulaban de noche por zonas completamente oscuras.
Además, está el dato de que un importante porcentaje de los accidentes se producen por la tarde-noche, debido a la poca iluminación que hay.
¿Qué solución podría servir para arreglar ambos problemas? La respuesta es obvia, una iluminación a demanda, que se active cuando detecta presencia de vehículos o peatones, estando apagada el resto del tiempo.
Esta solución es la que ya se está implantando en Noruega, con un sistema cuyos puntos más destacados son los siguientes:
- El sistema de iluminación funciona al 20 % de intensidad cuando no detecta presencia, y al 100 % cuando hay, de forma que el ahorro es muy importante, y el nivel de servicio óptimo.
- Para ello, cada farola cuenta con un sensor (radar) pequeño, que detecta cuando llega un vehículo, y activa la máxima potencia (disminuyéndola al 20 % el resto del tiempo).
- Además, el 20 % del resto de farolas sirve para que el conductor tenga una visión razonable de las zonas más apartadas (siendo que, al pasar por ellas, la iluminación ya será excelente).
La idea no es nueva, ni el sistema muy complejo, por lo que cada vez iremos viendo más servicios que funcionen bajo demanda, al ser mucho más eficaz.