La relación es absoluta, ya que un coche completamente autónomo debería estar compuesto por una parte de dispositivos (sensores) que le permitan obtener toda la información de interés de su entorno más cercano (señales de tráfico, peatones u obstáculos a evitar) para poder desplazarse, y por otra, contar con los canales de conectividad (V2V o V2I), que le permitan realizar un intercambio de información de interés con otros vehículos, o con la propia infraestructura.
Mientras que en el tema de la tecnología para obtener la información del entorno (sensores, gps o cámaras), el precio supone la principal limitación en la actualidad para su popularización, las soluciones de conectividad tienen su talón de aquiles en la necesidad de contar con una masa crítica de vehículos que usen este sistema para que tenga una utilidad real, así como en la necesidad de contar con estándares de comunicación que permitan que todos los vehículos ?hablen el mismo idioma?.
Por tanto, es imprescindible llegar a un consenso entre fabricantes para que esta comunicación y transferencia de datos sea posible, y para ello se han creado consorcios como el europeo Car2Car (http://www.car-to-car.org), cuya misión es definir los estándares y protocolos de comunicación intervehicular (V2V) y con las infraestructuras (V2I).
Contar con vehículos conectados permitirá tener una mayor información sobre lo que ocurre en la carretera, lo que en última instancia contribuye a poder desarrollar una conducción más segura, y a reducir el número de accidentes. Los sistemas de ayuda a la conducción que pueden desarrollarse gracias a la comunicación que establezcan los propios vehículos puede evitar muchos accidentes derivados de la falta de atención o imprudencia de los conductores. Algunos ejemplos: Un vehículo que circula delante puede avisar a los que circulan detrás si ha detectado la presencia de hielo en la carretera, o si ha tenido que realizar una frenada de emergencia por encontrar un obstáculo en la vía (como una piedra u otro coche parado). En los cruces pueden conocer el paso de vehículos y evitar el acceso en caso de detectarse peligro de colisión. En carretera puede servir para evitar colisiones por alcance con el vehículo que nos precede, o alertar de la presencia de vehículos de emergencias en las proximidades para favorecer su paso.
Sin duda, la comunicación entre vehículos es una de las partes fundamentales sobre las que se deben asentar los vehículos autónomos.