El respeto al medio ambiente, mediante la búsqueda de materiales y procesos productivos menos contaminantes, está experimentando en los últimos tiempos un gran auge debido a la progresiva concienciación de los ciudadanos en esta materia.
La construcción de las carreteras es un proceso complejo, en el que intervienen un importante número de elementos, como el tipo de firme o pavimento elegido (y su fabricación), que deben ser analizados para disminuir la “huella ecológica”.
Para conseguir «carreteras sostenibles», es necesario tener en cuenta tres aspectos relacionados:
- La economía, buscando la eficiencia en la utilización de recursos y la rentabilidad financiera.
- El equilibrio social y cultural, promoviendo la equidad entre sociedades y el mantenimiento de los diferentes sistemas sociales, limitando la pobreza.
- La ecología, limitando el uso de recursos no renovables, preservando la riqueza natural, la biodiversidad y los ecosistemas necesarios para el desarrollo de la vida. Este último pilar es la base para el cumplimiento de los dos anteriores.
Desde la Unión Europea también se ha tomado cartas en el asunto, planteando en su plan 20/20/20 unos ambiciosos objetivos para el año 2020:
- 1. Recortar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en un 20% respecto a los niveles de 1990.
- 2. Mejorar la eficiencia energética en otro 20%
- 3. Que el 20% de la energía total consumida en la UE proceda de fuentes renovables.
En este escenario, en el que por fin se ha establecido una verdadera conciencia ecológica por parte tanto de la ciudadanía como de sus representantes públicos, es necesario trasladar esta filosofía a todas las actividades que tienen un importante efecto en el medio ambiente. En nuestro caso, el ámbito que nos ocupa es el de la creación/gestión/explotación de las carreteras, donde creemos que se debe ir más allá de las medidas correctoras que suelen imponer las Declaraciones de Impacto Ambiental (en el caso de que existan).
La ejecución y explotación de la infraestructura debe abordarse desde un punto de vista global, analizando el dseño, ejecución de la obra y posterior mantenimiento. No sólo se puede ahorrar en costes totales durante el ciclo de vida sino que se puede mitigar e incluso compensar el impacto global de la infraestructura.
Para abordar este problema, en su día creamos una serie de artículos en Tecnocarreteras, que hoy están más vigentes que nunca, y son los siguientes:
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